1- Variedad.
Según la OMS, comer variado es la premisa fundamental para conseguir una alimentación equilibrada, pues ningún alimento contiene todos los nutrientes necesarios.
Así, la organización invita a comer diariamente una mezcla de alimentos básicos como el trigo, el maíz, el arroz o las patatas, combinado con legumbres, mucha fruta fresca y verduras.
Tampoco deben faltar alimentos de origen animal (carne, pescado, huevos y leche).
Pero, eso sí, mucho mejor si optamos por los cereales integrales, las carnes magras, los aceites vegetales y en general los alimentos sin procesar.
2- Mejor sin sal o al menos con mucha menos sal de la que consumimos habitualmente (en promedio el doble del límite recomendado por la OMS, que serían 5 gramos o el equivalente a una cucharadita al día).
No debemos olvidar que este consumo excesivo puede elevar la presión arterial, uno de los principales factores de riesgo de padecer enfermedades cardíacas y accidentes cardiovasculares.
3- Cuidado con las grasas animales y los aceites.
Aunque muchos piensen lo contrario y las destierren de su dieta, las grasas son fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Pero, dicho esto, si optamos por los tipos equivocados también corremos el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y cardiovasculares.
Entre todas ellas, deberíamos evitar sin duda alguna, las grasas trans producidas industrialmente y las más dañinas para la salud.
Según la OMS, se ha demostrado que una dieta alta en este tipo de grasa aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca en casi un 30 por ciento.
Por el contrario, aceites como el de oliva o girasol o grasas saludables, como las del aguacate o los frutos secos, en cantidades moderadas no solo no perjudican sino que pueden ser muy beneficiosas.
4-Reducir el consumo de azúcar.
El azúcar no solo puede ser nefasto para nuestra salud bucodental sino que además aumenta el riesgo de sobrepasar el peso saludable e incluso provocar obesidad, lo que, más allá de un problema de estética, supone un grave riesgo de padecer problemas de salud crónicos y graves.
La OMS alerta de la importancia de tener en cuenta la cantidad de azúcares ocultos que pueden encontrarse en los alimentos y bebidas procesados.
Por ejemplo: una sola lata de refresco puede contener hasta 10 cucharaditas de azúcar añadido.
5- No hay un nivel seguro de consumo de alcohol.
Así lo defiende la OMS, que también subraya que el alcohol no es parte de una dieta saludable.
De hecho, la organización recuerda que beber demasiado o con demasiada frecuencia, aumenta el riesgo inmediato de lesiones, además de causar efectos a largo plazo como daño hepático, cáncer, enfermedad cardíaca o enfermedad mental.
Añade que, incluso los niveles bajos de ingesta en embarazadas, conductores, personas medicadas o ex alcohólicos, pueden estar asociados a riesgos significativos para la salud.