Prestar atención a la alimentación, una alimentación saludable, como la dieta mediterránea, es clave.
Esta se basa en el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, evitando en lo posible tanto azúcares libres como grasas trans y limitando la ingesta de grasas saturadas en favor de las no saturadas, presentes en pescados, aguacates, frutos secos y aceite de oliva.
Si además de seguir esa alimentación controlamos las calorías, ingiriendo menos de las que gastamos, lograremos controlar los principales factores de riesgo de forma más eficaz.
Combatir el sedentarismo, se ha demostrado que el sedentarismo es un factor de riesgo cardiovascular con tanto peso específico como el tabaquismo, la dislipemia o la hipercolesterolemia.
Cuando una persona se vuelve sedentaria, acumula enfermedad cardiovascular en forma de aterosclerosis generalizada, es decir, no solamente a nivel de las arterias coronarias sino también a nivel de los vasos arteriales de todo el organismo.
Por el contrario, los beneficios del ejercicio físico están de sobra demostrados: reduce la presión arterial y los niveles de colesterol LDL o “colesterol malo”, ayuda a controlar los niveles de glucemia y a mantener el peso, mejora la capacidad pulmonar y la eficiencia cardiaca, y potencia los mecanismos antinflamatorios e inmunitarios, entre otros.
La recomendación es practicar al menos 150 minutos por semana de ejercicio aeróbico moderado o intenso o al menos 75 minutos por semana de ejercicio vigoroso o un equivalente combinado.
Controlar los niveles de colesterol, de azúcar y la tensión arterial, cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de las arterias.
Por eso es importante controlarlo a través del ejercicio y del consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas.
En cuanto a los niveles elevados de glucemia, uno de sus efectos es que afecta a los vasos sanguíneos, lo que incrementa el riego de ictus y de infarto de miocardio, al igual que puede provocar infartos en otros órganos.
Para prevenir la diabetes es clave llevar un estilo de vida saludable.
Igualmente es importante mantener a raya la hipertensión, que puede acarrear complicaciones graves como infartos o ictus, además de nefropatías y otras enfermedades.