Acudir al fisioterapeuta es muy importante que un profesional sanitario realice una valoración del episodio sufrido para iniciar el tratamiento óptimo y conseguir una mejor y más pronta recuperación. Reposo inicial, sólo el imprescindible, aunque mantener un pequeño reposo inicial puede ser recomendable cuando el episodio de lumbago ha sido muy intenso, se ha demostrado que este debe ser por un tiempo reducido, y que para recuperar las funciones motoras y para disminuir el dolor, lo mejor es retomar cuanto antes la actividad física de forma progresiva, siendo preferible el ejercicio activo al pasivo, el cual ayuda a aumentar la fuerza y mejorar el estado de la zona lumbar. Aplicación de calor puede ser beneficioso el tratamiento con calor seco moderado para mejorar la sensación de dolor cuando ésta se prolonga en el tiempo. Estas aplicaciones de calor, no obstante, deben ir acompañadas de un aumento en la actividad física, pues el incremento progresivo de la actividad física es una de las principales claves de la mejoría en pacientes con dolencias lumbares. Evitar medicamentos, medicamentos antiinflamatorios, calmantes musculares y otros fármacos para el dolor, sólo deben usarse con prescripción facultativa, y no deben convertirse en un tratamiento en sí mismo, sino en un medio para mejorar nuestra calidad de vida cuando nos resulta complicado el día a día o incluso el descanso, siendo el paso inmediato el de acudir a un fisioterapeuta que analice y trate la causa que se encuentra tras esa molestia o dolor inicial. Reducir el estrés, tanto el ejercicio físico como otras prácticas que previenen y contrarrestan el estrés que acumulamos en el día a día, pueden sernos beneficiosos para disminuir esas cargas tensionales que, indudablemente, aumentan la posibilidad de sufrir lesiones físicas musculares y óseas de diversa índole.