Los estímulos son aquellos que, cuando aparecen, nos generan una necesidad. Esta necesidad provoca en la persona un estado de tensión, el cual produce un impulso que da lugar a un comportamiento o acción. Si logramos alcanzar con éxito la meta marcada, nuestro cuerpo y mente alcanzarán un estado de satisfacción, devolviendo al estado de equilibrio al organismo. Pero no debemos olvidarnos de la importancia de las recompensas, ya que éstas aumentan la probabilidad de que en el futuro, ante estímulos similares, se repitan las respuestas adquiridas. Lo que para una persona es una recompensa, para otra puede no serlo o, incluso, considerarlo inútil. La recompensa en sí no motivará a la persona a menos que sienta que el esfuerzo desplegado le llevará a esa recompensa. Los logros a corto plazo generan un estímulo a largo plazo para avanzar hacia una meta más ambiciosa. Si me marco objetivos más pequeños, que semana a semana, y mes a mes, voy logrando, mi motivación aumentará, y lograré alcanzar mi meta final. La importancia de la motivación para el entrenamiento es crucial para conseguir nuestras metas y nuestros logros. Existen dos tipos de motivación, principalmente: la motivación por huir y escapar del dolor, y la motivación que nos dirige hacia la felicidad y el placer.