Abundante investigación pone de manifiesto que la actividad física y la práctica de ejercicio físico regular pueden producir mejoras en la calidad de vida en un amplio rango de parámetros físicos, así como en la prevención y recuperación del infarto agudo de miocardio. Es precisamente en este grupo, dónde la práctica de actividad física cobra especial importancia. Actualmente no se da cobertura pública a este problema, de ahí que resulte imprescindible que aquellos que han sufrido algún tipo de cardiopatía se adhieran a un programa de ejercicio, previa autorización médica, dónde especialistas en el campo del ejercicio y la salud puedan guiar sus prácticas de forma apropiada. Ser físicamente activo está asociado con una reducción de un 40-50% del riesgo de accidente vascular cerebral y enfermedad coronaria.