Las aulas flexibles son espacios diseñados para permitir que el mobiliario, la distribución y las herramientas educativas se ajusten a diversas modalidades de aprendizaje. A diferencia de las aulas tradicionales, en las que los estudiantes permanecen estáticos en escritorios alineados hacia el profesor o profesora, en una clase flexible el espacio se adapta según las actividades, necesidades o preferencias de los alumnos. Esto puede incluir la reconfiguración de mesas para trabajos en equipo, el uso de rincones tranquilos para la lectura o el acceso a estaciones tecnológicas o recursos para la investigación autónoma. Las aulas flexibles crean un entorno donde la colaboración es más accesible y natural. Al ofrecer un entorno más dinámico, los estudiantes se sienten más involucrados en su propio proceso de aprendizaje. La capacidad de moverse y elegir cómo participar en las actividades puede aumentar su motivación y compromiso con el aprendizaje. En un aula flexible, los estudiantes tienen la oportunidad de desarrollar habilidades clave como la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la gestión del tiempo. Los estudiantes pueden tener más control sobre su entorno, lo que fomenta la independencia y la responsabilidad. Pueden elegir dónde trabajar, cómo organizar sus materiales y qué recursos utilizar para completar sus tareas.