Un espacio flexible es aquel en el que las jerarquías se desdibujan y se huye de los corsés del tiempo. En los espacios de trabajo flexibles, los conceptos de tiempo y del espacio se relativizan, todo ello en aras de una mayor productividad y motivación. La responsabilidad y el compromiso del trabajador de la oficina flexible es un factor clave en el diseño de estos espacios labores, de los que hay antecedentes ya en la Nueva York de los años veinte del pasado siglo. Estructuras más diáfanas, lejos del tabique cuadriculado, que posibilitan nuevas relaciones laborales, entendiendo el trabajo más como una vocación que una obligación. Son las ventajas del teletrabajo ligadas a la oficina flexible, más en sintonía con esa intermitencia presencial, y que también se libera del concepto de puesto fijo. Las oficinas abiertas y flexibles prescinden de esa idea quizá anticuada del despacho unipersonal, incluso del puesto fijo de cada cual.