El color rosa es comúnmente usado por quienes se solidarizan con las personas que padecen cáncer de mama.
El morado y verde ha definido el movimiento feminista actual.
El color es un elemento universal que no tiene distinciones, está en el centro de todas las culturas y ha influido en el curso de la historia.
El proyecto Los Colores de la Inclusión se presentó para visibilizar a aquellos grupos vulnerables que aún son discriminados en México a través del color como un factor de unión e identificación.
Se contempla 14 grupos de atención prioritaria: discapacidad motriz, discapacidad visual, género, personas mayores, niños, niñas y adolescentes, jóvenes, gordofobia, LGBTQ+, personas trabajadoras del hogar, personas con VIH, antisemitismo, pueblos y comunidades indígenas, periodistas y autismo.
En la actualidad el color es incluyente; hoy cualquier persona puede identificarse o preferir más de un color, siendo esto el resultado de su humanidad, individualidad y libertad.
El color advierte que hay problemáticas que atender.
Un tono de azul característico en el Símbolo Internacional de Accesibilidad se utiliza para señalar y recordar la necesidad de espacios para favorecer la movilidad de personas que tienen dificultad o imposibilidad de hacerlo por ellas mismas.
El paso de los años del color llama a la conciencia y al respeto y tendría que irse degradando, es decir, la sociedad tendría que ser cada vez más inclusiva.
Las instituciones que luchan por los derechos de personas con distintos padecimientos relacionados con la movilidad han preferido la representación a través de tonos marfiles, en alusión al sistema óseo, pero también a los músculos que posibilitan el movimiento.