La práctica del ejercicio físico extenuante puede provocar problemas a nivel circulatorio, respiratorio, renal metabólico y muscular. Desde el punto de vista médico, hay que considerar al ejercicio físico extenuante como una verdadera agresión. Estos son algunos de sus efectos nocivos:
A nivel cardiocirculatorio, el aumento de gasto cardiaco es lineal y directamente proporcional a la intensidad de la actividad. Cuando se practica ejercicio en exceso se puede producir una taquicardia que provoca la disminución de la capacidad de llenado ventricular del corazón y, por tanto, de la cantidad de volumen de sangre bombeada en cada latido.
En el ejercicio físico extenuante, las pérdidas de agua pueden superar los límites deseables y dar lugar a una hemoconcentración.
A nivel respiratorio, el ejercicio es un ejemplo clásico de aumento de las necesidades de los tejidos de oxígeno. Si se sobrepasa la capacidad de adaptación de estos mecanismos respiratorios, aparecerán la hipoxia y la acidosis metabólica, y en especial en los músculos que están realizando la actividad.
A nivel renal, puede provocar un aumento de la permeabilidad de los glomérulos renales debidas a la falta de oxígeno, y provocar proteinuria o hematuria.
A nivel metabólico y muscular, un agotamiento de las reservas de los hidratos de carbono disponibles en el cuerpo desemboca en fatiga muscular o en episodios de mareo secundarios a hipoglicemias.
Los perjuicios pueden darse a nivel circulatorio, respiratorio, renal, metabólico y muscular, entre otros.