El objetivo es no dejar a nadie atrás.
La NAU reconoce así la necesidad de garantizar el acceso al entorno físico de las ciudades en igualdad de condiciones, en particular a los espacios públicos, el transporte público, la vivienda, la educación y los servicios de salud, la información pública y las comunicaciones.
Con el fin de superar estas barreras, el diseño universal establece la necesidad de proyectar todos los espacios para que cualquier persona, independientemente de sus circunstancias, disfrute de ellos.
Si se hace así, no solo se benefician las personas con discapacidad, sino también las personas de mayor edad y aquellas que, por causa de lesión o enfermedad, tienen limitada su movilidad de manera temporal.
Los principios del diseño universal establecen que cualquier espacio debe pensarse para que puedan usarlo todas las personas, sin discriminar o estigmatizar.
El acceso al espacio público exige que su planeación se adapte a capacidades variadas.
Así se crean calles incluyentes, con un reparto equitativo del espacio entre peatones, ciclistas y usuarios del transporte público.
Con la finalidad de alcanzar una organización inclusiva, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, lanzó el pasado 11 de junio la Estrategia de las Naciones Unidas para la inclusión de la discapacidad.
En ella se incluye una política para todo el sistema y un marco de rendición de cuentas, cuyo objetivo es promover la aplicación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, entre otros instrumentos internacionales de derechos humanos.
La Estrategia de las Naciones Unidas para la inclusión de la discapacidad constituye la base de un progreso sostenible y transformador hacia la inclusión de la discapacidad en todos los pilares de la labor de las Naciones Unidas.