Es de sobra conocido que se puede conseguir un gran ahorro energético si se dota a los edificios de una ventilación controlada en función de la demanda, es decir, que sólo se ventila exactamente lo necesario para garantizar un buen ambiente interior. Para una solución a prueba de futuro, hay que pensar en un sistema de ventilación flexible que permita satisfacer necesidades futuras. Se han realizado algunos estudios sobre las tasas de ocupación en diferentes tipos de edificios, pero no son suficientes y aún queda mucho trabajo por hacer en este ámbito. Establecer la capacidad del sistema es fundamental, ya que la cantidad de aire que se necesita para la ventilación hoy no tiene por qué coincidir con la que se necesitará en el futuro. Es importante seleccionar unidades que puedan soportar grandes fluctuaciones de volumen y que tengan un sistema de control de la demanda bien diseñado que se pueda adaptar a los futuros inquilinos. Un sistema de control de la demanda bien diseñado regula el clima interior en función de las necesidades de energía, la presencia, el CO2 y varias emisiones. Un sistema sostenible que pueda gestionar la personalización permitirá tener en cuenta futuras remodelaciones y hacer que el sistema esté preparado para adaptarse a los cambios con el paso del tiempo. La elección de un sistema orientado a la demanda es especialmente importante para elegir un sistema en el que los cambios sean rápidos y sencillos, de modo que las instalaciones puedan adaptarse a las demandas cambiantes de los ocupantes sin necesidad de costosas reformas.