Un buen proyecto de iluminación tiene en cuenta aspectos estéticos, técnicos y prácticos y establece la cantidad de luminarias que se colocarán y su ubicación, sus características y el tipo de iluminación que va a haber en cada ambiente, ya que cada habitación tiene requerimientos distintos.
Los puntos básicos en los que hay que fijarse son: La arquitectura, el espacio y el entorno, tanto en lo que se refiere a la distribución como en lo que se refiere a los usos, y también del acceso de luz natural a cada zona.
La durabilidad de los materiales utilizados, su eficiencia y el mantenimiento que van a necesitar.
Diseñar una instalación «inteligente, planificada y ordenada» de los puntos y fuentes de luz para conseguir que queden integradas en la estructura y diseño del espacio.
Combinar de manera inteligente la iluminación artificial y la iluminación natural.
Tener en cuenta dónde hay cableado eléctrico, algo que parece evidente, pero que nunca deben ser obviado.
Un buen proyecto debe atender a los factores calidad de producto, eficiencia energética y durabilidad adaptándose a sus especiales características y necesidades.
A la larga, un buen proyecto de iluminación debe revertir en una cuádruple ventaja: Creación de soluciones de iluminación adecuadas que consiguen la estética deseada Cumplimiento de los objetivos técnicos de iluminación.
Reducción de los consumos y mayor eficiencia energética.
Mayor vida útil y durabilidad de los elementos con menores gastos de mantenimiento y reparaciones.