El punto de partida idóneo para lograr ciudades para las personas es concentrarse en la movilidad y los sentidos de la persona, pues es la forma en la que vivimos el espacio y en el que nos comunicamos con otros y con el mismo. El ser humano es un mamífero lineal, frontal, erecto, que se orienta horizontalmente en el espacio. Sendas, calles y bulevares son todos espacios para el movimiento lineal, el cual está codificado en las bases del sistema humano de locomoción y de sus sentidos. Trabajar con la escala humana, básicamente significa trabajar con los sentidos del hombre; proveyendo espacios que espacios públicos que tengan en cuenta las características dictadas por el cuerpo humano y sus sentidos. La cantidad de automóviles en las ciudades, tanto los que circulan como los que están estacionados, ha contribuido significativamente a la confusión que existe sobre el tema de la escala en relación a las urbes. Si buscamos alentar la marcha y el ciclismo, si queremos construir ciudades seguras, sanas, vitales y sostenibles, es indispensable conocer en profundidad cómo funciona la escala humana. El cuerpo humano, sus sentidos y su movilidad son la clave para lograr una buena planificación urbana que le sirva a la gente. Todas las respuestas se encuentran ahí, encapsuladas dentro de nuestros cuerpos. La dimensión humana es fundamental para diseñar ciudades que respondan a las necesidades y movimientos de las personas.