La iluminación es uno de los puntos más importantes a la hora de decorar una casa.
Disfrutar de luz natural es lo óptimo porque va variando a lo largo del día, pero la luz artificial debe plantearse bien.
Por este motivo, hay que saber qué tipo de luz añadir, su intensidad y por supuesto, su colocación.
Da igual que sea la iluminación de la cocina o el salón, que la luz es siempre crucial.
Una casa bien iluminada es más acogedora, transmite mayor armonía y bienestar.
La iluminación del dormitorio, sea indirecta o directa también es fundamental.
El dormitorio es una habitación que necesita tres puntos de luz diferentes: para leer, para crear un ambiente relajado y para vestirse.
Es una combinación que te ayudará a que el dormitorio se vea y puedas hacer tus tareas diarias con comodidad.
Un consejo: a la hora de iluminar la habitación, ten siempre en cuenta que debe haber luz en las cuatro esquinas para minimizar las sombras.
Incluso puedes también crear una iluminación para dormir mejor.
Para crear un ambiente más relajado lo mejor es apostar por la iluminación indirecta.
Este tipo de luces añade un toque relajante al dormitorio cuando no necesitamos luz individual.
Es importante que se pueda regular la intensidad y ajustar a lo que cada uno quiera.
Lo habitual es situar este tipo de luces en el techo a base de sistemas de tiras LED.
La iluminación del dormitorio debe incluir luz que permita hacer las tareas diarias como vestirse por la mañana.
Para ello, lo mejor es optar por luces en el techo, convirtiéndola en el foco central del espacio.
Así, cuando se apague o se encienda la luz, se creará un punto focal en el dormitorio y al mismo tiempo iluminará casi toda la estancia.
En el caso de los vestidores, se aconsejan dos tipos de luces: una en el interior del armario, y otra fuera.
La luz que se encuentre dentro del armario permite ver mejor a cualquier hora del día la ropa.
La luz exterior se suele incorporar para que este espacio no quede tan oscuro, o incluso para iluminar ciertas zonas.