:

¿Cómo era el mobiliario que usaban nuestros antepasados?

Mireia De la Torre
Mireia De la Torre
2025-10-27 21:34:49
Respuestas : 0
0
El mobiliario fundamental era: el petate, hacia las veces de tapete, asiento y lecho, lo consideraban un elemento de suma importancia; el Icpalli, los pequeños bancos de cuatro; las mesas; las hamacas y las esteras tejidas con fibras o plumas, las cajas de madera o tejidas que servían para guardar los enseres personales y la cuna, entre otros. El entorno de la región, les proveía de los materiales como la madera, las fibras vegetales como el carrizo, la palma o el tule, pero también, las pieles de animales como el jaguar, el puma, el oso, el lobo, el coyote y la piel de venado curtida para forrar asientos. Cabe destacar que nuestros antiguos, tenían un gran respeto por la naturaleza y el correcto uso de los materiales que les proporcionaba para sus actividades. El mobiliario de las chozas, era ligero y fácilmente transportable de fuera hacia dentro de la casa y se extendía al ras del suelo o era muy bajo. Se sabe que mesas y asientos sólo medían poco más de un palmo de alto. Hacia el año 500 a 600 a.C. aparecen en algunos sitios restos de esteras que indican el inicio del tejido y lo que pudiera llamarse mobiliario de esteras, este y el de madera alcanzaron, hacia la época clásica, gran refinamiento y diversidad, en la época posclásica siguieron utilizándose los mismos tipos de enseres. Al equipal, nuestros ancestros le llamaban en náhuatl Icpalli, era el “asiento de dioses”, era una especie de silla que al parecer se reservaba para los nobles, lo que indicaba que alguien tenía poder; estaba hecho con varas, en ocasiones, tenía respaldo y se le forraba con cuero o piel. Los Icpalli representados en el Códice Mendoza (-1541 - 42) son asientos bajos y planos, tejidos de carrizo, con respaldos altos y sin pedestal, cuya posesión era un privilegio; tributo que tenían que entregar los pueblos del reino Tepaneca, conquistados por Itzcóatl. El Icpalli se utilizaba como trono ritual reservado para el sumo sacerdote o autoridad mayor. Según la historia, los equipales eran considerados por las culturas prehispánicas como tronos, asientos dignos de los dioses; materializando su importancia al ser símbolo de poder y testimonio de diferentes estatus sociales, pues estaban reservados para los alcaldes mayores, sacerdotes y caciques, para honrar y destacar a quien se lo merecía. Aparecen descritos a partir del códice mendocino como asientos bajos y planos, tejidos de carrizo con respaldos altos y sin pedestal, cuya posesión era privilegio de los señores.